La metrópolis mundial París apesta a un fuerte olor a orina
El cierre durante la pandemia de la corona ha dado a los parisinos, por decir lo menos, una consecuencia desagradable. Cuando los cafés y restaurantes se ven obligados a permanecer cerrados, las necesidades se satisfacen en parques, calles y plazas de la ciudad.
– Los bulevares de París apestan, porque se mea en todas partes, dice Maria Forsman, que vive en la capital francesa desde hace 20 años.
Debido al cierre/lockdown, 150.000 tiendas y grandes almacenes, así como más de 200.000 cafés y restaurantes en Francia, están cerrados.
Normalmente es a esos lugares donde suelen acudir los franceses para satisfacer sus necesidades cuando están de viaje en la ciudad.
Maria Forsman, que trabaja en el gremio del deporte, vive en París desde el 2001. Ella, como muchas otras parisinas (y parisinos), ve cada vez más hombres echando meadas al aire libre. Los medios de comunicación llaman al fenómeno una tendencia sucia.
– El otro día, un apuesto ‘monsieur’ vestido con traje y con un maletín de cuero estaba orinando contra ese árbol, dice y señala cuando nos encontramos cerca de la estación de Saint Lazare en los barrios centrales.
Maria dice que el hombre no estaba lo más mínimo avergonzado.
– Apestaba. Tuve que contener la respiración. En general, París huele a sopa espesa de guisantes en este momento, piensa la finlandesa-sueca Maria de Helsingfors, que tiene parte de la familia en Suecia.
– No tomé ni té ni café antes de salir. Ahora puedo arreglármelas durante una hora más o menos antes de tener que ir a casa y orinar de nuevo.
Maria evita los baños públicos de París y dice que rara vez están tan limpios como en Escandinavia. Además, pueden resultar difíciles de encontrar.
– Al visitar Gotemburgo, he notado que el aire se renueva con la brisa del mar. Pero aquí no. Porque Paris está ubicada como en una olla, dice.
Orinar en la calle se castiga con una multa de 68 a 450 € en Francia.
El último ‘uriuritrottoir’ de París
El taxista Nassim quiere evitar eso. Ha parado su taxi en el Boulevard Arago en los barrios del sur.
– Aunque la orina se desborda sobre el suelo, no tengo otra opción, dice Nassim desesperado y se precipita al ultimo urinario de la metrópolis de la vieja clase. Se asemeja a una gran protuberancia de metal y se encuentra frente a los altos muros de la prisión Prison de la Santé.
– Los cafés están cerrados y ahora es cuestión de segundos, dice y abre la bragueta.
Dados los 400 baños públicos «Sanisette» de los bulevares, en la práctica debería ser fácil satisfacer las necesidades. Son además gratis. Pero los medios se quejan de que a veces los baños públicos están jodidos o que están hay largas colas.
Guía popular de baños públicos. La autora Cécile Briand está de acuerdo. Ha escrito el manual «¿Dónde se puede mear en París?» (¿Où faire pipi à Paris?). Se ha convertido en un éxito de ventas durante la crisis del Coronavirus.
– Los cementerios de la ciudad tienen los baños públicos más limpios. Además, casi siempre están libres ya que la gente evita los lugares tristes, cuenta Cécile.
La crisis de los urinarios hace sin embargo que varias mujeres se suban la falda y se bajen las bragas detrás de un coche. Pero no es nada para Cecile. Como muchas otras parisinas, en su lugar ha comprado un embudo para orinar de mujer que lo lleva en el bolso. Si lo necesita, es posible mear estando de pie.
– Aunque no me gusta mostrar el culo. Por eso rara vez puedo usarlo, dice.
Orina de hombres causó daños en escalera eléctrica. Más de 200 mil euros al año han costado las reparaciones de una de las escaleras eléctricas de la estación de tren más grande de Europa, Gare du Nord.
Isabelle no quiere usar la palabra sabotaje de orina y se niega a condenar a los viajeros.
– En este caso, difundimos murales emocionales positivos y funciona, dice con una sonrisa.
El mural amortigua la micción en la vía pública. Nos encontramos en la estación Gare du Nord. Hasta hace unas década salían vagones directos de aquí a Gotemburgo los veranos. Los murales representan a un público deportivo con reacciones alegres o tensas.
– Los que pasamos por aquí nos convertimos en jugadores de un partido apasionante. Entonces nadie tiene ganas de orinar aquí, dice el pasajero Nagati, quien ha notado que el orinar sobre la escalera mecánica ha bajado desde que está el mural.
– Así es. La micción ha disminuido hasta en un 80%, según una encuesta. Una cifra fantástica, dice Isabelle Collin.
Para tratar de detener la micción ilegal en los bulevares, los inventores franceses, a su vez, han lanzado urinarios orgánicos rojos con plantas en la parte de arriba.
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Normalmente es a esos lugares donde suelen acudir los franceses para satisfacer sus necesidades cuando están de viaje en la ciudad.
– No tomé ni té ni café antes de salir. Ahora puedo arreglármelas durante una hora más o menos antes de tener que ir a casa y orinar de nuevo.
El último ‘uriuritrottoir’ de París
La crisis de los urinarios hace sin embargo que varias mujeres se suban la falda y se bajen las bragas detrás de un coche. Pero no es nada para Cecile. Como muchas otras parisinas, en su lugar ha comprado un embudo para orinar de mujer que lo lleva en el bolso. Si lo necesita, es posible mear estando de pie.
Isabelle no quiere usar la palabra sabotaje de orina y se niega a condenar a los viajeros.
Para tratar de detener la micción ilegal en los bulevares, los inventores franceses, a su vez, han lanzado urinarios orgánicos rojos con plantas en la parte de arriba.
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Mais wee, monsieur: Paris finds eco solution to public peeing …
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