Fundador de Ikea pasa página y culpa a su abuela

La abuela mostró a Kamprad el camino al nazismo

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La abuela Fanny enseñó a Ingvar Kamprad a admirar a Hitler y bajo su protección se formó tanto un hombre de negocios impulsado – como un extremista activo de derecha.

Un nuevo libro de la reportera de SVT Elisabeth Åsbrink revela que él fue clasificado como nazi por la entonces policía de seguridad de Suecia, Allmänna säkerhetstjänsten (Servicio de seguridad general), y era vigilado.

Esta es la historia de la abuela Fanny, una charla de Expressen a Kamprad y sobre el pasado que persigue al fundador de Ikea.

– Quiero poner esto detrás de mí, dice Ingvar Kamprad.*

En el otoño de 1994 llamó el reportero de Expressen Pelle Tagesson al asistente de Ingvar Kamprad y le pidió una entrevista. Tagesson dijo brevemente que se trataba de «Engdahl.» Fue suficiente para que el asistente entendiera que los contactos de Kamprad con los nazis y el líder fascista sueco Per Engdahl durante y después de la Segunda Guerra Mundial estaban a punto de ser revelados.

Kamprad había contado él mismo acompañado de una cerveza a sus más cercanos sobre el oscuro secreto unos pocos años antes, pero ante la entrevista con Expressen, se decidió a también a contar en público acerca de todo lo que recordaba de la época de su vida de los 16 a los 25 años cuando formó parte del llamado Nuevo Movimiento Sueco.

Pero Kamprad no se contentó con eso. También envió a su jefe de información de Älmhult al Archivo Nacional en Estocolmo para sacar todo de lo que él ahora llama su «enfermedad de la juventud». Todo los que el jefe de información encontró fue enviado a los medios de comunicación.

Kamprad, quería ya en 1994 de una vez por todas llegar a un acuerdo con su pasado con el fin de ser capaz de dejarlo detrás de él, pero la noche del martes se sopló nueva vida en el asunto nazi.

El otoño pasado acusó el programa televisivo SVT:s «Uppdrag granskning» a él de evasión de impuestos. La revelación se basaba en que millardos dentro de Ikea se habían canalizados al paraíso fiscal de Liechtenstein, y no al paraíso fiscal de Luxemburgo que previamente había sido conocido.

Ahora publica SVT datos de un nuevo libro sobre que Kamprad no ha dicho todo sobre su pasado de extrema derecha, que él tenía un número de membresía en un grupo nazi y que fue clasificado como nazi por la policía de seguridad de Suecia, Allmänna säkerhetstjänsten (Servicio de seguridad general) y que era vigilado.

– Yo mismo no lo sabía, explicó Ingvar Kamprad en la mañana del miércoles a su portavoz Per Heggenes.

Quiero poner esto detrás de mi. Esto son sólo datos viejos.

Su biógrafo, el publicista Bertil Torekull, ha escrito el libro «La historia sobre Ikea», donde se dedica gran espacio a las conexiones nazis y fascistas. En innumerable ‘faxes’ entre Kamprad y Torekull, creció la confesión.

– Su memoria es excelente, pero colosalmente selectiva. Él puede recordar los precios exactos de la cajonera Tore o la cama Fridolin, pero puede continuamente ser atrapado con errores de fechas y nombres que no tienen significado directo para el negocio, explica Torekull.

La reportera de SVT Elisabeth Åsbrink, quien escribió el libro recientemente publicado “Och i Wienerwald står träden kvar (“Y en Wienerwald están aún los árboles”) donde se publican los datos, también han reaccionado fuertemente a que Kamprad en una entrevista que le hizo hace un año llamó a Per Engdahlde «un gran hombre». Eso contó ella a Expressen ayer.

– Tal como yo entiendo ese citado está tomado fuera de contexto. También dijo en la entrevista que Engdahl había parado mal pero no viene en el libro. Yo he entendido que Ingvar estaba impresionado por la inteligencia de Engdahl, pero eso no quiere decir que él es partidario de su ideología, dice Per Heggenes a Expressen.

Ingvar Kamprad opina que ha hecho todo lo posible para contar la verdad sobre sus días oscuros y quiere ahora quiere evitar publicidad sobre algo que pasó hace 60-70 años.

– No es divertido que traten de hacer una gran noticia de algo que realmente ya se conoce. No es nada nuevo. Lo describí a detalle hace casi 20 años. Esto es algo de lo que fuertemente me distancio, dice Ingvar Kamprad ahora.

Dentro de Ikea y entre los amigos más cercanos de Ingvar Kamprad hay poca preocupación sobre que las nuevas acusaciones nazis vayan a tener impacto negativo a largo plazo para el grupo Ikea o la familia Kamprad. La gestión de crisis después de la revelación en 1994 se ha utilizado como un ejemplo escolar clásico en el ramo de relaciones públicas. Rápidamente escribió una carta a mano a todo el personal que también se hizo pública. Despertó simpatías y comprensión de que era un pecado de juventud.

La carta, y el hecho de que él mismo respondió rápidamente a las preguntas y no se escondió, mudó el enfoque del hecho de que estuvo involucrado en la extrema derecha también después de finalizar la guerra.

Cuando Expressen reveló la corrupción generalizada en Ikea de Rusia actuó él igual de rápido y lloraba en las entrevistas. También las acusaciones de evasión de impuestos manejó el 85 añero él mismo y su capacidad de gestionar crisis es considerada como la explicación por la cual los negocios de Ikea y su propia reputación no son afectados por graves acusaciones de evasión fiscal, corrupción o contactos nazis.

Para entender por qué uno de los líderes empresariales más exitosos del mundo fue atraído por el nazismo y el fascismo en los años de juventud hay que volver a su infancia en Småland.

La abuela Fanny en la rica familia Kamprad significó la que más para el fundador de Ikea durante la infancia del hijo de casero. En el libro «La historia sobre Ikea», Kamprad describe él mismo su estrecha relación y cómo la abuela se convirtió en su guardián durante la infancia en el caserío de la familia a las afueras de Älmhult:

– Tomé simpatía por mi abuela. Ella no sólo me protegió contra el mundo sino que también se convirtió en por mucho mi cliente más fiel, cuando empecé a los cinco años a comprar y vender cosas.

Fanny era una nazi convencida. También el padre de Ingvar Kamprad era nazi y en los bosques alrededor de Älmhult se llamaba a la familia de «nassarna» (los “nassis”).

– Tu puedes realmente decir que mi padre era nazi de alma y corazón. Pero de una manera diferente. Él nunca iría a pegar a un hombre o querer matar a alguien. Tal vez pertenecía a los que no creían en los campos de concentración, dice Ingvar Kamprad sobre el padre en una entrevista con la reportera Elisabeth Åsbrink de SVT en su nuevo libro.

La abuela Fanny estaba amargada acerca de que su parte de Alemania hubiese sido ocupada por los checos y fue sólo después de la ofensiva de Hitler en 1938 que su casa fue liberada de la anexión. Kamprad recuerda todavía hoy cómo ella después cada año invitaba a ‘gran fiesta de tarta’ de cumpleaños en el caserío para celebrar el éxito de Hitler en la lucha por la Gran Alemania.

Fanny recibía a menudo correo de Alemania. Eran folletos en papel satinado con bonitas imágenes del ministerio de propaganda de Joseph Goebbel y el joven Ingvar Kamprad quedó impresionado en sus años de adolescencia.

– Mi reacción infantil fue naturalmente que era bueno que Hitler hiciera tanto por los parientes de la abuela y especialmente por los niños y jóvenes. Está claro que fui adoctrinado. Yo era tal vez más fácilmente influenciable que la mayoría, dice él en el libro de Torekull.

Él cuenta también que iba a reuniones nazis y cuando estaba en un internado en Osby reunió a unos amigos en un ático con el fin de crear un grupo nazi y dibujaban esvásticas en sus cuadernos de apuntes. Unos años más tarde conoció a Per Engdahl, que era fascista, y uno de los líderes más fuertes dentro de la extrema derecha de Suecia, antes, durante y mucho después de la Segunda Guerra Mundial.

Kamprad y Engdahl se hicieron amigos y el joven admiraba al gran líder que reconoció su admiración mediante expresarse que veía a un talento en el joven Kamprad. El hijo de casero no estaba acostumbrado a eso. (‘piropos’)

La amistad duró hasta después de la guerra, cuando la imagen de Kamprad era que Engdahl se distanció del nazismo. Engdahl también suavizó su retórica después de la guerra y dejó de hablar de razas y argumentaba en cambio que culturas extranjeras amenazaban a Suecia.

Engdahl fue invitado a la primera boda de Ingvar Kamprad en 1950 y la novia le había pedido que diera un discurso. Kamprad quedó deslumbrado de la alocución pero fue a ser uno de sus últimos contactos con la extrema derecha.

Cuando él ’en el otoño de su vejez’ piensa atrás en su vida señala que el adoctrinamiento de la abuela Fanny hizo que fuese a parar en camino torcido.

– El cercano contacto con la abuela se convirtió en siniestro. Dio a luz una forma de pensar en mí que iría a tener consecuencias inesperadas para mi vida. Mucho después de las travesuras políticas con símbolos nazis y fascistas de la infancia y adolescencia iría yo a en mi edad madura tener que pagar un alto precio por esta influencia alemana. [expressen.se]

* O sea, más o menos lo mismo que el rey de Suecia: Quiere ‘pasar página’.

“Como siempre, la culpa la tienen los demás”

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