Revolución en marcha en Portugal, no?

El artículo trata sobre Ana María Baião y Claudia Borges que viven en la Rua Julio Joaquín Romão número 16 en el pequeño pueblo Castro Verde ubicado en el sur de Portugal. Y de otras personas en el municipio de unos 7 500 habitantes afectadas de una u otra forma por la crisis. A unos 30 km del pueblo se encuentra  la mina de cobre Lundin Minings que abrió el año 1989 y tiene hoy unos 1 000 empleados cuyo salario promedio oscila el equivalente a 10 800 coronas suecas. Como el artículo es bastante largo, traduzco lo que me ha parecido más interesante.

Pudieron contar acerca de impredecibles curros negros y ociosidad y falta de esperanza y de dinero ahorrado que lo ‘agarran’ bien duro. «Porque nadie sabe”. (lo que puede venir).

El sur de Europa hierve. Los gobiernos enfrentan la crisis del euro con dureza. En Castro Verde bendicen la mina del pueblo, huyen a Angola o esperan a una nueva revolución.

Antonio Marques, maquinista de excavadora y minero

“Cuando mis vecinos fueron al banco a pedir prestado 100 000 euros les ofrecieron 130 000 euros. Nadie pensó en las consecuencias. Ahora estamos aquí”, dice.

ANA M BAILAO claudia borgesClaudia Borges/Ana María Baião

Nadie sabe lo mal que se pondrá.

Claudia que tiene 27 años y está casada con el hijo de Ana, dijo que «cuando se es joven se necesita tener sueños y poder mirar hacia adelante. No se debe estar acostado de noche y preocupado por el día de mañana.» No cuando se es joven.

Claudia conoció a su Hugo cuando ambos se encontraban en Suiza para trabajar. Claudia recogía uvas y Hugo trabajaba en la construcción. Cuando la empresa de construcción se fue a la quiebra, se trasladaron de nuevo a Castro Verde, a casa de los padres de Hugo donde ahora viven los cuatro.

Claudia podría tener una pasantía de nueve meses y ha buscado como limpiadora, en restaurantes, en todas partes.

– Completamente muerto, a pesar de que las empresas pueden obtener casi gratis.

Una pasantía/’puesto de trabajo de prácticas’ le cuesta al empleador el 30 por ciento del salario mínimo. En dinero sueco: 1.200 coronas al mes.

– Si nadie me quiere, ¿cómo voy a atreverme a tener esperanzas?

Venancio Jacinto

-Yo estuve en Mozambique durante dos años durante la guerra, así que sabía a dónde/qué iba. Ahora gano bastante bien y puedo viajar a casa (Portugal) tres semanas cada cuatro meses. 

Molinero Juaquin Gerreiro

El molinero Juaquin Gerreiro es uno de los últimos que domina la profesión.

-No muchos cultivan ya más, muchos cultivos han cesado. Pero podría ser diferente después de esta crisis. Terreno ya hay.

Adalgisa Rodrigues, propietaria del hotel:

Todo Algarve es un caos! Restaurantes y hoteles cierran. Todos los días. Mira la autopista aquí afuera – apenas coches. Hace unos años había largas colas de Lisboa hasta abajo a Algarve. Ahora, casi nadie puede permitirse el lujo de ir allí, por lo menos no los portugueses. Caos! Caos!

-Ellos (los políticos) aprietan a la clase obrera. Pero si la clase obrera no tiene medios para consumir se paraliza toda la sociedad.

-Ellos favorecen sólo a los grandes, como Intermarché aquí en el pueblo. Pero no a mí con sólo nueve empleados.

A veces se dice que el país cuya clase media es arruinada arriesga a convertirse en un país peligroso. La búsqueda de la estabilidad pesa más que la democracia.

c verde

Profesora Martina Sousa

La profesora Martina Sousa se cuenta justamente como clase media que ha experimentado deterioros drásticos. Ella ha perdido el salario de un mes entero. Por eso no habrá viajes de fin de semana a la playa en el Algarve, que está a sólo una hora en coche.

«Algunos quieren culpar al euro, pero esto no es culpa del euro, sino culpa de nuestros propios políticos. Han gestionado mal el país”.

Volver a la vieja moneda no resuelve nada. Nos convertiríamos en únicamente aún más pobres. No tiene buena pinta la cosa. Pero nosotros los portugueses no alzamos la voz, no somos como los griegos o españoles. Claro que me gustaría que nos despertáramos de nuestro sueño. Porque esto no puede continuar. Algunas personas hablan de hacer huelga. Pero yo he hecho huelga muchas veces y no llevó a ninguna parte más de que perdimos el equivalente a unas 500 coronas por día. Sí, yo nací optimista. Quiero ser optimista. Pero no sé ya más. Sólo sé que no voy a dejar que la crisis me rompa. Y estar sentad y reflexionar delante de la tv. Nunca.

También se acostumbra a decir que ningún país de Europa Occidental tiene tan pocos estudiantes universitarios como Portugal. Un país donde los jóvenes no estudian está condenado a quedarse atrás.

¿Quién se atreve a creer en el futuro en el Sur de Europa de hoy? ¿Quién recuerda, como ya he dicho, la palabra esperanza?

Ana dijo que temía que «nosotros/tras los portugueses/sas estamos a punto de empezar a comernos los unos a los otros». Ella quiere una revolución de nuevo. Como la del 25 de abril de 1974, cuando la vieja dictadura cayó.

– Yo vivía en Lisboa entonces y todo era tan hermoso. Claveles en fusiles, gente que lloraba de felicidad. Canciones.

Esta vez, probablemente no será tan pacífico, agregó. Si aún y todo se lleva a cabo. Es como si nosotros los portugueses prefiriésemos estar tumbados en la playa y tomáramos el sol. […] [”Nu är det väl ändå revolution på gång”/dagensarbete.se/]

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