Ahora vibran de ‘hipo de miedo’ las bolsas de valores del mundo
El viejo autor de la clase trabajadora Ivar Lo-Johansson viajó por diferentes países y vivió con mineros pobres, prostitutas, personas sin hogar. La situación de los vulnerables era según el autor la mejor medida de la condición general de la sociedad. Si hubiera vivido ahora, se habría entristecido.
Hace unos meses fuimos testigos de acontecimientos históricos. La gente se levantó y se rebeló contra décadas de opresión en Egipto, Marruecos, Libia. El mundo que durante mucho tiempo había guardado silencio y mirado hacia otro lado aplaudió ahora el levantamiento popular. La primavera árabe pasó rápidamente a un verano europeo donde indignados europeos se reunieron en cientos de miles en las capitales de Madrid a Atenas. La crisis económica pronto se convirtió en un catalizador para todos los males que descansaban bajo la superficie. Corrupción, injusticia, nepotismo, creciente división de clases, racismo.
Ahora vibran las bolsas de valores del mundo de ‘hipo de miedo’. Barack Obama se ha vuelto de repente lleno de arrugas y canoso por las preocupantes cifras. Violentos enojados han roto todo lo que han podido en Inglaterra. Gente en la miserable sombra de la marginidad. Gente que ha sido detenida por la policía sin ningún motivo. Gente que ha sido obligada a identificarse porque tienen pinta de sospechosos desde su nacimiento. Gente que sabe que vive vecina con una riqueza que nunca será capaz de obtener. Gente que sabe que la tan famosa crisis económica ante todo va a afectarles a ellos. Los que necesitan del Estado y la sociedad. Los que pierden su empleo y con ello sus vidas.
Así aparenta la situación hoy, no sólo allí, sino también aquí. En la periferia norte así como en la periferia sur de Europa. La brecha entre personas que tienen todo lo que apuntan y personas que carecen de lo más elemental. Bajo gobiernos que durante mucho tiempo han racionalizado el sector público y han matado clubes de jóvenes, atención, centros de salud. Vendido empresas y privatizado. Gobiernos que han subvencionado impuestos a los ricos y cargado de deudas a los pobres. Gobiernos que han cultivado el individualismo y se han reído del colectivismo. Así reforzaron el sentimiento de «mío y tuyo» y profundizaron la distancia entre «nosotros y ellos».
En la belleza natural de Noruega a mediados de julio ejecuta un terrorista rubio a jóvenes como si fueran personajes de dibujos animados. No porque le hayan hecho mal a él sino porque amenazan su mitología de odio sobre una Europa cristiana, de raza pura. Podría haber ocurrido en cualquier lugar de Europa porque el odio se ha introducido a escondidas sucesivamente en los salones. Ahora el odio se ha puesto vestimenta y está sentado en el parlamento sueco, francés, griego, italiano y noruego. Ellos gritan su nacionalismo que nunca se ha sentido más desfasado que ahora mismo, cuando las fronteras nacionales se han borrado. Cuando la crisis del mercado de valores demuestra que todos estamos sentados en el mismo barco. La violencia, los disturbios, las manifestaciones que hacen estragos aquí como allí. Ningún país es una isla, ni siquiera Gran Bretaña. [metro.se]