Una carrera de más de 40 años en el campo de la biomedicina y la fisiología hacen a Renato Sabbatini un convencido de que el problema con las torres celulares es más un asunto cultural y de incomodidad por lo escénico que un verdadero problema de salud pública pues ya se han hecho miles de estudios sobre el tema.
Tiene un currículo resumido, de casi 10 páginas a espacio sencillo. Doctor en Fisiología, miembro de múltiples asociaciones científicas y autor de más de 1.000 publicaciones, Renato Sabbatini visitó el país para hablar sobre radiaciones electromagnéticas invitado por el Mobile Manufacturers Forum (MMF), una organización sin fines de lucro que promueve proyectos relacionados con la seguridad de la tecnología inalámbrica.
¿Usted sabe que algunas personas aquí tienen dudas sobre los problemas para la salud que pueden generar las torres celulares?
El caso de Costa Rica no es distinto de lo que pasó en otros países. Esto también sucedió en Colombia, Chile y Brasil. Cuando va a haber una expansión, llega este problema. Lo que pasa es que la población empieza a notar esto porque se modifica el paisaje.
¿En todo país se usa el mismo argumento para oponerse?
Usualmente, hay tres argumentos. El primero es la contaminación del paisaje urbano; el segundo el miedo a la devaluación de la propiedad –aunque eso no ocurre– y el tercero es el problema para la salud.
¿Existen dudas científicas sobre si esas torres dañan la salud?
No, no las hay. Los efectos son bien conocidos porque se investigan desde hace más de 60 años y hay 25.000 trabajos publicados sobre campos electromagnéticos no ionizantes. No ionizante quiere decir que no puede romper moléculas de la materia viva –particularmente el ADN– o causar muerte celular. Se sabe que no hay daños porque es una energía muy baja.
¿Con qué se compara?
Con la televisión y la radio.
¿Cuáles radiofrecuencias son fuertes y nos llegan a diario?
El Sol. La intensidad de la luz, de la radiación del Sol a mediodía, es de 1.000 vatios por metro cuadrado. Una torre celular –que emite una especie de luz que no podemos ver– es 10 millones de veces menos intensa que el Sol.
”El Sol es más peligroso que una torre celular. Te vas a la piscina, te quedás tres horas expuesto y eso sí es una radiación ionizante, que sí provoca alteraciones. Después de 20 años de hacer eso, puede contraer un cáncer. La posibilidad es que una de 200.000 personas que hacen eso desarrollen cáncer, pero las personas no se preocupan cuando van a la playa o la piscina, están preocupados con algo que es 10 millones de veces menos intenso. […] [PABLO FONSECA Q./nacion.com]