ONGs y legisladores advierten que ya se detectaron casos de explotación de menores en varios puntos del país. Se dan en zonas donde llegan muchos turistas extranjeros y hay bolsones de pobreza.
Viajar para tener sexo pago, y sobre todo hacerlo con menores, ha sido fuertemente condenado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que en 2001 instó a los países a sancionar leyes para sancionar a los turistas sexuales. Sin embargo Argentina aún no cuenta con las normas adecuadas, ni tampoco con suficientes estrategias de prevención. Con casi 5 millones de visitantes extranjeros por año, esto preocupa a legisladores y a organizaciones: ya se han detectado, en varios destinos del país, formas y estructuras de comercio sexual vinculadas con la actividad turística.
Buena parte del comercio sexual está montado en lugares donde hay un intenso turismo masculino : cotos de caza, destinos de pesca. También, en forma itinerante, donde se realizan competencias de autos. “Cada vez que hay un evento de TC, son trasladadas mujeres para ser ofrecidas en hoteles, con el eufemismo de modelos o porristas. Esto no quiere decir que sean traficadas, pero sí es explotación sexual”, señala Fabiana Túñez, de La Casa del Encuentro.
En La Pampa, donde abundan los cotos de caza, “tenemos la sospecha de que algunos incluyen esta oferta en el paquete”, señala Mónica Molina, subdirectora de Políticas de Género de la Municipalidad de Santa Rosa. Relata un antecedente de 2005, cuando un legislador denunció una página de turismo sexual vinculado al turismo cinegético: “Lo amenazaron con panfletos anónimos”.
“No hay una oferta de los hoteleros, ni tampoco por Internet –afirma desde Misiones Claudia Lascano, de la Coalición Alto al Tráfico y la Trata–. En Corrientes, el problema no está en las cabañas para los pescadores, que son gerenciadas por los dueños o por personas muy cercanas, ni en los hoteleros. El problema más grave es la naturalización de la explotación sexual de niñas : conserjes, remiseros, taxistas y mozos, sí la están ofreciendo mucho”.
A excepción de quienes trabajan en las organizaciones sociales, es sumamente difícil obtener información sobre un negocio ocultado. Nadie conoce que a Goya, Bella Vista, Esquina, Empedrado, y sobre todo Paso de la Patria e Itá Ibaté –los preferidos por los brasileños–, se lleve turistas a pescar, en paquetes que incluyan prostitución. Sí se admite que recurren a las mujeres y niñas prostituidas del lugar; y que en Paso de la Patria, los brasileños piden que les consigan chicas, algo que hacen en Corrientes o Resistencia, pagandoles el traslado.
“Paso de la Patria, Itá Ibaté y la ruta a Itatí”, coincide la hermana Martha Pelloni, de Infancia Robada, al ser consultada sobre sitios de oferta sexual de niñas. En algunos destinos de caza de patos del centro este de Santa Fe, y de pesca sobre el Paraná, la oferta sexual a los visitantes adquiere características similares. La diputada provincial Alicia Gutiérrez (ARI) señala los departamentos de Garay y Vera como lugares donde se combinan la pobreza de la población local y la llegada de extranjeros: “No hay denuncias concretas, pero sí una tendencia a la aparición de grupos familiares prostituyentes”.
“Empiezo a visualizar factores de riesgo: un poder adquisitivo muy alto, con una vulnerabilidad cada vez mayor de la situación familiar”, hace notar la diputada nacional Mariana Juri, autora de la iniciativa para evitar el turismo sexual infantil (ver pág. 5). “En Ushuaia empieza a haber demanda de chiquitas, por parte de hombres que bajan de los cruceros . Y la mayoría de la gente que va a trabajar son migrantes y tienen bastantes problemas para controlar a sus hijas – observa Laura Musa, asesora General Tutelar del Ministerio Público porteño–.
No sé si hay turismo sexual, pero sí explotación comercial de adolescentes y familias cómplices. La gente empieza a formular denuncias, con mucho temor, especialmente sobre que se usan algunos conventillos de La Boca. Las instituciones que tienen que investigar no lo hacen”.
En ese contexto se inscribe la denuncia formulada hace pocos días por la Coalición Alto al Tráfico y la Trata a la Brigada Niñ@s del Ministerio de Justicia de la Nación. “Nuestros operadores de calle han detectado a niños, escondidos en las sombras de la noche, controlados por los proxenetas, esperando ser contactados desde los grandes hoteles –cuenta Claudia Lascano–. Hay más varones : suponemos que el circuito de las nenas está dado por los volanteros de Lavalle y Florida”.
Viviana Caminos, de la Red Alto al Tráfico y la Trata, revela la existencia de “organizaciones clandestinas de pedófilos –alemanes, suecos, franceses–, que se contactan por la red, a quienes algún empleado de los hoteles cinco estrellas, a espaldas del nivel gerencial, vincula con redes de criminalidad organizada que son proveedoras de chicos. Son chicos que ya provienen de sectores muy vulnerables, que están solos o son entregados por los propios padres.
En el hotel, los hacen pasar por el hijo.
En Bella Vista, en 2008, fui testigo de un caso: en un hotel vi subir a dos chiquitas de 11 años al cuarto de dos hombres que venían a pescar”. […] [Por Sibila Camps/clarin.com]