Los ‘suecos puros’

No hay riesgo de que los militantes musulmanes logren su objetivo

sui-bomb tockholmLo que la bomba explotó en Estocolmo fue sobre todo un mito. Es decir, el mito de que Suecia es invulnerable.

O en términos un poco más nítidos: que Suecia no está en el mundo, no realmente, sino que flota en un universo propio, el paraíso para nosotros (como el diplomático estrella Gunnar Hägglöf lo llamó una vez, en un libro hace mucho tiempo olvidado).

Hemos sido advertidos, eso sí. Olof Palme abatido, Anna Lindh, asesinada con cuchillo. Baader-Meinhof, el embajador de Yugoslavia. Claro que Suecia ha recibido golpes, pero nos hemos dado prisa en olvidar.

El mito del aislado y por lo tanto el país un poco más refinado Suecia – se produjo durante la Segunda Guerra Mundial. Nos salvamos de Hitler, heil nosotros, y por eso éramos … bueno, ok, tal vez no se debería decir … pero éramos los mejores (y además durante mucho tiempo también los más ricos).

Pero los tiempos cambian y la bomba en Estocolmo – provocada por un terrorista récord de torpe – apunta a una serie de verdades desagradables. La reacción de las autoridades (se aplica a Reinfeldt, Bildt y todos los demás) fue tardía y claramente confusa. La impresión de que la policía es difícilmente incompetente sólo creció con los ríos de enojados pronunciamientos y embarazoso silencio.

Pero sobre todo se olvidaron una serie de hechos esenciales. Hay una guerra en el mundo, una guerra que no conoce fronteras. A saber, la guerra de los militantes islamistas contra todos nosotros los que cometemos – visto con sus ojos – el horrible crimen de no creer en Allah.

Nosotros, los infieles, no hacemos guerra contra la fe de nadie, pero los islamistas lo hacen, no todos, pero una repugnantemente grande, minoría asesina.

Nosotros, los suecos, somos odiados por medio de nuestra limitada participación (unos 500 hombres) en Afganistán, pero también por ser exactamente lo que somos: no particularmente religiosos pero tolerantes, bien racionales, y en general agradables. Éramos buenos en guerras en los tiempos de Karl XII, pero ya no es aplicable (tanto mejor).

Tanto mejor, digo, pero recordad que legítima defensa de ninguna manera es lo mismo que la guerra de agresión. A tientas caminamos hacia la comprensión – algo que todos los fanáticos desprecian – con la ayuda de exigencias de prohibición de la oración de la mañana en la escuela y el defensor de discriminación del pueblo llama a los regalos de Navidad del personal  de «regalos de invierno» (la cosa más estúpida que he oído).

Sí, hostias (‘diablos del señor’), a veces se obtiene una impresión incómoda de que muchos suecos de alguna manera extraña quieren abolirse a sí mismos.

El hecho es que nosotros, sí, los suecos, en realidad estamos en camino de abolirnos, aunque lentamente. Tened en cuenta! que ya no estoy bromeando. Suecia tiene desde hace tiempo población disminuyente, sí, si nos fijamos en los ‘suecos puros’. Cada pareja da a luz estadísticamente menos de dos hijos, igual a reducción. Nuestros inmigrantes, hoy día cerca de un 20 por ciento, de los cuales 400.000 musulmanes (de los cuales la gran mayoría naturalmente no son islamistas), dan a luz a muchos más. Es inevitable que la influencia islámica crece.

En resumen, estamos en guerra, Suecia, así como todos los demás países europeos (y naturalmente el «Gran Satanás», EE.UU.). Es una guerra en un segundo plano, pero mortal, no obstante.

Obviamente no hay riesgo de que los musulmanes militantes tengan éxito en su objetivo: islamizar Suecia (y obligar a las mujeres a llevar velo como prueba de su sometimiento total e inhumano).

No, cambiados no nos volveremos. Sin embargo existe el riesgo de que veamos más y peores actos de terrorismo. Todos los islamistas no son tan torpes como el que se inmoló a sí mismo cerca de la calle Drottningatan. Sangre fluirá.

La miseria no ha hecho más que empezar. Es hora de despertar, de entender que Suecia es vulnerable – y bien merecedora de defenderla… [expressen.se/kronikorer/ulfnilson] 14 dec 2010

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