El taco mexicano es el rey de lo ‘sabrosito’ cuando familias suecas celebran sus salidas los viernes. Pero hay diferencia entre el alimento semi-fabricado y la comida auténtica y fresca. Si no estaba ya claro para nosotros, se hace evidente cuando nos adentramos en la maravillosa Taquería Pancho Villa en San Francisco.
El local en sí mismo tiene un ‘factor de encanto’ cero: amueblado lo más simple posible y paredes amarillas adornadas con diversos carteles de publicidad. De mayor peso por necesidad es el hecho de que la mixtura de gente local alegremente se amolda a las largas colas y que el febrilmente personal currante parece ser que ha adquirido la experiencia de la comida casera mexicana con la leche materna. En otras palabras: la Taquería Pancho Villa se siente muy genuina.
Lo más impresionante es la gran variedad de diferentes salsas en colores fuertes. La gran cantidad de diferentes ‘aqua frescas’ (jugos de frutas) también atraen. Luego hay por supuesto también todo lo que pertenece a la cocina mexicana: todo tipo de frijoles, queso, arroz, tomates, lechuga, carne, pescado y mucho más. Nuestro burrito de carne jugosa y gambas es sin duda la mejor comida mexicana que nos han servido nunca jamás. Los tacos y nachos de la casa tampoco son nada ‘tontos’.
Hemos venido a parar aquí de pura casualidad. Nuestro verdadero objetivo es Castro Street, la calle principal en el distrito de maricones con la celebrada tienda de cámaras donde el candidato a la alcaldía Harvey Milk comenzó su pionera cruzada por los derechos de los homosexuales. La calle resulta que está sólo un poco más allá. Hoy es la tienda un monumento sobre la leyenda asesinada y atrae un flujo constante de curiosos, no menos Sean Penn hace dos años ganó un Óscar por su actuación en la película sobre el controvertido luchador. Si vais a parar en este barrio recordad Pancho Villa. Es, humildemente expresado, algo que merece la pena el pequeño paseo. [expressen.se]
