Un vistazo de colombiano a Brasilia

En la capital federal de Brasil viven 150 colombianos.

“¿Y cómo te parece?”… “Pues… bonita… ¡chévere! Se ve todo muy amplio, muy verde”… “A mi también me gustaba al comienzo. Con Brasilia es difícil tener puntos medios, o la quieres o la odiasaunque te esté gustando lo que ves, espérate a que pases unos seis meses aquí y me cuentas”. Esa fue la breve introducción que me hizo una amiga de mi novia —por quien vivo en estas tierras— luego de recogerme en el aeropuerto internacional Jucelino Kubitschek la primera vez que vine a la capital de Brasil, en 2007.

Tres años después lo ratifico: Brasilia es una ciudad de contrastes, como Brasil. Con ricos muy ricos, fáciles de ver por sus yates, carros deportivos, motos o mansiones, y pobres muy pobres, que sólo se hacen “más visibles” al recorrer algunos barrios de las ciudades cercanas, en las que se asentaron buena parte de los trabajadores de la gran obra inicial en 1960.

El Distrito Federal tiene 2 millones 600 mil habitantes (IBGE 2009) y está compuesto por 30 regiones administrativas, consideradas barrios de Brasilia, y otras como ciudades satélite. Pasaron cientos de años sin que el centro del país fuera explorado y el “cerrado” —como se le conoce a la vegetación semidesértica que caracteriza esta región— es aproximadamente una vez y media el tamaño de Colombia.

Así que tomar la decisión de construir una ciudad a partir de cero en un ambiente tan inhóspito como ese, con todas las controversias y problemas que eso implicaba, hace que Jucelino Kubitschek, el presidente que acometió dicha tarea, sea considerado un visionario. Y por eso muchas cosas aquí se llaman J.K. El jardinero que de vez en cuando nos ayuda se llama Jucelino y el superpuente que cruzo todos los días, con tres arcos metálicos gigantes y 1.200 metros de longitud, uno de los majestuosos emblemas de la ciudad, obviamente se llama “Ponte J.K.”. Esos tres arcos asimétricos simulan el movimiento que haría una piedra rebotando sobre el agua. A pesar de haber sido un proyecto de altísimo costo (160 millones de reales de 2002) el DF consideró que la inversión valía la pena, pues el puente debía estar al mismo nivel de monumentalidad con el que Brasilia fue proyectada.

Es una ciudad diseñada en forma de avión, que fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1987. Por eso hay muchos edificios que no se pueden modificar. Áreas donde no se debe construir nada.

La colonia colombiana es de unas 150 personas, con varios médicos, profesores universitarios y otros profesionales que encontraron opciones de vida aquí. Como Teresita, la coordinadora informal del grupo, sicóloga que nos llama a todos para celebrar nuestras fechas importantes y encontrar alguna disculpita para deleitarnos con las comidas típicas que tanto extrañamos. Además de darle la respectiva y formal bienvenida al embajador de turno. Hasta ahora conocí a dos. Me falta la tercera, María Elvira Pombo, quien recién llegó y viene de ser la directora de Proexport.

Yo llamo a Brasilia “la ciudad déjà vu”, porque como todas las cuadras de las alas norte y sur son iguales, es muy difícil saber o recordar en dónde fue que uno vio alguna tienda o lugar al que quiere regresar o ir por primera vez. Todo parece exactamente igual. Sólo los números de las “quadras” orientan un poco, si tiene la suerte de saberlos (aquí son cuadras con “q”, pero no diga “qu” porque será objeto de burla hasta que alguien se apiade de usted y le señale el “4 letras” que corresponde a esa palabra en portugués). […] [Por: Fabio Padilla Castro/ www.elespectador.com/Un vistazo de colombiano a Brasilia]

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