La cintura del mundo

Un festival de etnias, aves y flores estalla ante los ojos del turista. Aquí, un paseo por esos senderos quiteños donde la cultura y la biodiversidad muestran tesoros a cada paso.
Mariana Guzzante – Especial para Turismo
Amanecer en Quito, saludar al volcán Pichincha desde una ventana, tomar un desayuno frutal, aprender que aquí hermano se dice “ñaño” y que “nanay” quiere decir ‘no hay’, hasta que se hace la hora de  salir por la ruta que va a
Esmeraldas rumbo al bosque nublado. 

QUITO1

No es necesario alejarse mucho de la ciudad para contactar de lleno con la naturaleza en su estado más diverso. Partiendo de Quito centro, hay que conducir una hora hasta llegar a Miraflores y hallar la entrada a Tucanopy, el sitio donde el guía, Álvaro, nos lleva a “volar” a la altura del follaje. Surcamos el sendero plagado de orquídeas hasta dar con Nina Duarte, la anfitriona del espacio que combina aventura y calidez. […]
Avanzamos hacia el pueblo de
Mindo. Para los cultores del trekking, el sitio ofrece un sendero entre montañas que lo conecta con Quito, de modo que se puede regresar caminando hacia la ciudad en un recorrido de seis horas. En este caso, conviene calcular bien los tiempos para evitar que el fin de la caminata coincida con el anochecer.
Cualquiera sea forma de volver, las luces quiteñas reciben con el encanto del
Centro Histórico. Mientras más arriba vayamos (los restaurantes en puntos panorámicos son una buena opción), crecen las chances de apreciar la cantidad de iglesias titilantes del Barroco Americano. ¿Qué comer en Quito? Típica entrada es el Ceviche (que se sirve en un caldillo con pochoclo); cualquier plato fuerte incluye cordero o pescados y, definitivamente, el mousse de maracuyá debe integrar el postre.
A la mañana siguiente quedaríamos encandilados, sobre todo, por la iglesia de la compañía de Jesús: oro, oro y más oro, por todas partes.
Sabores altos
Delicioso el nivel de la chocolatería ecuatoriana, en especial en forma de barras con quinoa, conocida como la semilla de los dioses. Comiendo una de éstas, se suman energías para comenzar el recorrido por las callecitas del barrio histórico, las que nos muestran el pasado colonial. Desde temprano, rodeadas por la feria artesanal y los juegos populares, en la
plaza de San Francisco, las etnias celebran el Inti Raymi, las fiestas del solsticio. El humo de las ofrendas de flores perfuma el mediodía. […]
El tejido humano
En Ecuador, hay tres regiones bien definidas: la sierra, la costa y la selva. Conviven en esa geografía 13 millones de habitantes, todos muy diferentes. “Recuerden, amigos, que no hay razas, sólo pigmentos”, enfatiza nuestro guía.
La gran mayoría de los mestizos lo son de indios de origen quechua y de blancos.
[…]
Vamos 90 km al norte de Quito. A toda hora se los puede ver, casi cara a cara, plácidamente sentados sobre alguna manta masticando sus frutos, a los vendedores del famoso mercado de
Otavalo. Ahí es donde los buses no paran de arrojar turistas ávidos de gastar dólares (Ecuador está dolarizado) en artesanías de todo tipo. Ahí es donde se hallan las deseadas colchas de alpaca, esa lana que al acariciarla te afloja las rodillas.
Cientos de carritos con vísceras asándose al paso, ofrecen una porción al rayo del sol. Las otavaleñas se cubren las cabezas con sombreros o mantas. Los niños trenzan las plumas de los penachos. Los ancianos se niegan a ser fotografiados. Si el turista no regatea, los vendedores lo consideran una falta de respeto.
Desde el aire
[…] Pero lo que más sorprende es ver a un águila planear el cielo de la ciudad en total libertad y volver, por arte de cetrería, al brazo de su entrenador.  No es tan extraordinario si consideramos que en el Ecuador continental existen 1.578 especies de aves y en las islas
Galápagos otras 38 que son endémicas de este lugar y que los ornitólogos de todo el mundo se deslumbran al llegar.
Tal como dijo Álvaro,
Quito es una sorpresa a cada paso. La ciudad que subyugó a Humboldt, que crió a Guayasamín.

Gigantes
Están ahí, activos: el
Pichincha, el Cotopaxi. El Pululahua, en cambio, alberga habitantes en el interior de su gigantesco cráter con una vegetación exuberante. El Reventador se halla en el límite de la Amazonia y unas cuantas veces ha llenado la ciudad de cenizas. Humboldt decía que los ecuatorianos le parecían extraños, porque descansaban tranquilos juntos a estos gigantes dormidos. Junto a los volcanes, también están las rosas. […] [www.losandes.com.ar/notas/2013/10/20/cintura-mundo-744928.asp]

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