Red Bull y sus tejemanejes: Así cualquiera puede ganar!

El último soplido de Red Bull

La FIA vuelve a cambiar el reglamento tras las quejas de Renault, suministrador de motores del equipo energético

RED BLa Federación Internacional de Automovilismo (FIA) parece emperrada en hacer que los aficionados a la fórmula 1 se pasen al fútbol, al motociclismo o al balonmano. Esa es la única explicación lógica cuando trata de encontrarle sentido al galimatías en que se ha convertido la norma que debía implantarse este fin de semana en el circuito de Silverstone y que, a criterio de muchos, iba a restarle potencial a Red Bull. Desde hace más de dos años, la escudería de Milton Keynes marca el ritmo del campeonato gracias a la magia que sale de los trazos de Adrian Newey, que en el RB7 ha conseguido el equilibrio perfecto entre velocidad y agarre. Y eso es gracias a la recuperación de los escapes soplados, un sistema que ya se empleó en la década de los ochenta y que motiva que el coche se adhiera al cemento como si sus neumáticos fueran de velcro.

La temporada pasada permitieron que la escudería francesa modificara el motor

Al abordar una curva rápida, el piloto levanta el pie del acelerador pero la centralita electrónica se encarga de que el motor siga emitiendo gases hacia el difusor, generando así una carga aerodinámica extra que explicaría la tremenda superioridad de los bólidos energéticos en la mayoría de los circuitos del calendario. Al ingenio de Adrian Newey hay que añadirle, además, que la FIA permitiera la temporada pasada que Renault trasteara en su motor con la aprobación de la federación internacional. El constructor francés, que también impulsa a los Red Bull, multiplicó el número de orificios de los inyectores de su propulsor y modificó el mecanismo de las válvulas de admisión y escape. Y este enredo es el elemento que ha permitido que Vettel y Webber hayan exprimido todo el potencial del difusor soplado, al menos hasta ahora.

A partir de esta carrera, el volumen de gases que los escapes iban a poder soplar hacia el difusor cuando el piloto no estuviera acelerando debía quedar limitado al 10% del total, a 12.000 revoluciones por minuto, y al 20%, a 18.000 rpm. Sin embargo, la artimaña de la FIA se complicó cuando Renault argumentó ayer que ese cambio de última hora iba a hacer estragos en sus motores, que se refrigeran gracias a la emisión de estos gases en el momento de la frenada. La denuncia del constructor francés motivó dos cosas: otro contravolante de la federación, que aumentó el límite permitido en el caudal de gases hasta el 50%, a 18.000 rpm, y un encontronazo entre Martin Whitmarsh, director de McLaren, y Christian Horner, su homólogo en Red Bull. […] [ORIOL PUIGDEMONT/elpais.com]

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