Yibuti vende sus riquezas

Bienvenido a la base militar del mundo

¿Qué hace que un pequeño país africano sin recursos naturales o industria propia? Yibuti en el Cuerno de África vende sus únicas riquezas, su ubicación y su «estabilidad«. Recursos que después de las rebeliones en el norte de África son más codiciados que nunca.

 

Del mar sopla un viento cálido y húmedo. Un período de tiempo inestable está a punto de agotarse y la temperatura del aire es justo por encima de 40 grados.

Aquí, en una torre de vigilancia siete metros por encima del suelo está el recluta Simms de vigilante en el puesto de avanzada de Estados Unidos en África, y mira a través de la grava, arena y piedras que componen la mayor parte de este pequeño país. A un lado se ve el tugurio del suburbio Balbala con favelas y más favelas. Hacia el norte, a través de los prismáticos, ve él la capital Yibuti, donde dos tercios del escaso millón de habitantes del país viven.

Debajo de la torre en la dirección opuesta se extiende la base gigante de Camp Lemonnier, por kilómetros. Contenedores de acero y edificio tras edificio, antenas y grava y más grava todavía. Sobre una superficie de 22 500 metros cuadrados se extiende la base, campamento para 3.000 soldados.

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Es la primera vez que el joven Simms ha estado fuera de Estados Unidos y de su estado natal Kansas. Y esto es básicamente lo único que ha visto del país Yibuti.

-Si me gusta estar aquí? , dice.

-Qué pregunta! Por supuesto que no!.

La razón por la que él está aquí se deletrea ‘gran política’. A pesar de que Yibuti es un país en paz, él y los otros soldados tienen sueldos como si estuvieran en una zona de guerra. A saber, Yibuti es visto como un ‘estado del frente’ en la «guerra contra el terror».

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A unas decenas de kilómetros al sur se encuentra Somalia, que desde el colapso en 1991 ha sido escenario de batallas de clanes y que también se ha convertido en un bastión de al-Qaeda, para preocupación de tanto los países vecinos como Estados Unidos.

Al norte se encuentra Eritrea, el estado que desde la independencia hace casi 20 años ha estado en guerra con todos sus vecinos. Hace dos años dio lugar una disputa fronteriza a que las tropas de Eritrea tomaron posición en la frontera de Yibuti. Pero el ejército del pequeño país, equipado y entrenado por Francia y Estados Unidos, mantuvo el límite.

Para Yibuti es la cruda realidad detrás, que alquila partes de su terreno. Porque ¿qué hace un estado que carece del todo de recursos naturales y consiste principalmente de campos de arena y desierto de piedras? Donde el sol del desierto y la carencia de agua hacen que la agricultura a gran escala sea imposible. Un país que importa todos sus productos industriales. Y que además se encuentra también acuñado en uno de los ‘vecindarios’ más conflictivos de África?

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Al pequeño Yibuti le gusta la situación y vende lo que tiene: su ubicación estratégica en el Golfo de Adén.

Desde el mar verde-azul a cierta distancia, desembarcaron las tropas estadounidenses en la primavera de 2002. Entonces estaba la base abandonada por los franceses y el ejército de Yibuti que antes habían estado aquí. El lugar estaba habitado por cabras.

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Cuando los medios de comunicación del mundo visitan este país se dirigen a la mar para describir cómo las fuerzas navales trabajan juntas contra los piratas. Pero en realidad es aquí adentro a la sombra de la caza a las afueras de la costa donde el mayor cambio de política de seguridad se produce: en Yibuti cincelean las  grandes potencias en competencia e interacción conjunta puntos de apoyo en el continente africano. Durante la guerra fría, era África y especialmente el Cuerno del continente aquí al este un campo de juego importante para el juego de riesgo propio de las superpotencias. Pero después de la caída de la Unión Soviética, disminuyó el interés. Y después de que las fuerzas de EE.UU. encontraron reveses en Somalia en 1993, un evento representado en la película Black Hawk Down basada en el reportaje con el mismo nombre, desapareció África del radar.

El 11 de septiembre de 2001 cambió todo, también aquí. El año 2002 EE.UU. cerró un acuerdo con Yibuti y se hizo cargo de la base de Camp Lemonnier. Primero volaron aquí las fuerzas especiales, luego desembarcó un batallón completo de la marina. El 2007 se creó un comando especial para operaciones en África, el U.S. Africa Command

Una unidad especial, la Combined Joint Task Force – Horn of Africa, CJTF-HOA, tiene con el Camp Lemonnier como base la misión de trabajar contra el terrorismo en el Cuerno de África, en los países del Océano Índico y en Yemen, al otro lado del estrecho. Aquí hay militares de países como Egipto y Corea del Sur. La misión de la CJTF-HOA es prevenir los riesgos, se dice aquí. Camp Lemonnier resalta primordialmente por cómo la unidad construye escuelas y perfora pozos para hacer la vida más asequible para los pobres de la región.

Pero dentro de la apuesta caben incluso partes más delicadas. La naturaleza exacta de las operaciones militares en las que la CJTF-HOA ha participado, nadie quiere contestar.

«Nosotros  oficialmente no tenemos ningunas botas sobre el terreno en Somalia», dice un oficial.

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Un poco más allá  de la torre de vigilancia a la entrada al Camp Lemonnier, está sentado el comandante Darío Banaji en su oficina. 

– Nos encontramos en un golfo tranquilo en un mar tormentoso. Aquí tenemos a Eritrea al norte, al sur Somalia, donde grupos como al-Qaeda y Al-Shabaab son activos, dice Darío Banaji.

Además de la base estadounidense está presente en Yibuti la flota francesa, el ejército y – desde 1962 cuando fueron expulsados ​​de Argelia – la Legión Extranjera francesa. Después de que una larga serie de estados, de EE.UU. a Corea del Norte, ‘plantaran’ fuerzas navales contra los piratas en el Golfo de Adén, Yibouti es un verdadero ‘potaje’ militar internacional.

En la base estadounidense hay 150 soldados japoneses. Un 10 por ciento del transporte marítimo a través del Golfo de Adén son buques mercantes japoneses, y son esos los que protege la flota. Pero ellos están aquí para quedarse: En este momento construye Japón su primera base militar extranjera desde la Segunda Guerra Mundial – aquí en Yibuti.

Pero ya que la palabra «base» es sensible – los vecinos de Japón todavía recuerdan las depredaciones del ejército imperial – no es pues ninguna ‘base’ la que los japoneses construyen en África, sino una «facility», una instalación.

Entre los militares se dice que también China, cuya presencia civil es ahora evidente en todo el continente rico en minerales, se soborna una esquina aquí. La flota del país se puede ver cada vez más ahí fuera en el Golfo de Adén.

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Es un ‘potaje’ que continúa en la ciudad. A lo largo de una larga mesa en el Restaurant Vietnam en la Rue Soleillet celebran unos 50 marineros japoneses una fiesta de cumpleaños con comida y tarta. En la cocina del Hotel Sheraton vigilan cocineros de la marina alemana la higiene para que los oficiales que viven allí no se pongan de malestar estomacal.

Y en los bares menos glamorosos de la ciudad, como el Club Hermès, se ‘arrejuntan’ legionarios con sus pantalones cortos distintivos y gorra de visera képi blanc en la cabeza, los brazos alrededor de la cintura de las camareras. Sobre todo fuera de la ciudad de Yibuti, el país empobrece. El pequeño país desértico fue liberado de Francia en 1977.  Casi uno de cada tres niños sufren de desnutrición.

El país es gobernado por el Presidente Ismail Omar Guelleh, un ex jefe de la policía de seguridad del estado que fue eligido como líder y que en el nombre de la «estabilidad» y el interés estratégico contó con el apoyo las grandes potencias. El presidente anterior, el primero del país, que durante su tiempo dijo que Yibuti era un Estado de partido único, era el tío de Guelleh. «El respeto de los derechos humanos es insuficiente en algunos aspectos, pero mejoras se han hecho», constató el ministerio del exterior sueco en un informe de hace tres años.

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Es difícil saber si los ‘yibutianos’ con los que hablamos se atreven a ser honestos acerca de lo que piensan cuando les preguntamos sobre su país y la presencia extranjera. Pero incluso cuando les explicamos que pueden permanecer en el anonimato recibimos diferentes variantes de la misma respuesta: «Somos un país que depende de que la marina mercante sea libre, entonces es bueno que el mundo mantenga a los piratas de distancia.» Y, como un hombre de edad a las afueras de una mezquita dice:

– Los problemas de Somalia no deben derramarse por aquí y no es importante sólo para nosotros.  

Yibuti es una paradoja: Una cuarta parte de los habitantes del país viven con menos de un dólar al día, pero la cara hoja de la droga khat es uno de los mayores productos de importación del país. Los idiomas oficiales son el francés y el árabe, pero lo que la gente habla en la calle es somalí y afar. Rodar adentro en Camp Lemonnier, es por el contrario como parar en un pequeño pueblo en algún lugar de Arizona o Nuevo México.

Aquí se encuentran restaurantes que sirven tacos y fried chicken y apple pie. En medio de ‘la ciudad’ está la capilla con servicios religiosos varias veces por semana, junto a ella hay una mezquita. En las tiendas – NEX, Navy Exchange – hay igual cantidad de chips, bebidas energéticas y revistas americanas que en cualquier Walmart. La película Avatar tuvo su estreno aquí antes de que llegara a los cines en los EE.UU. y desde aquí es enviado el correo con  sellos de EE.UU. por el US Postal Service.

 

El Comandante Banaji, que viene de de las tropas de ingenieros Seabear de la flota, dice que se ve como el alcalde de la ciudad que forma la base. Aunque, dice, aparenta bastante más una fortaleza que una ciudad.

– Se trata de estar bien preparado en caso de que la situación fuese a cambiar y agudizar la situación de seguridad. Es mejor tener un alto nivel en lugar de tener que construir todo desde cero en una situación así.

En el lugar de ocio con aire acondicionado del ‘camp’ – 11 Degrees North – el nombre del paralelo que nos encontramos y con espacio para 550 personas, con una escena en la que artistas y comediantes actúan y bar donde el personal puede beber hasta un máximo de tres cervezas por noche – está sentado Zackary Burson, 21, y habla con su esposa en su casa en Kansas a través de su ordenador portátil. La base tiene su propia línea, que ofrece conexión a Internet mucho más rápida que en Yibuti.

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Es la primera vez que Zackary Burson está en el extranjero y va a estar aquí hasta la próxima primavera.

– Este es mi primer viaje al extranjero y me gusta.

– El tiempo libre es a menudo el bingo en la base, se ríe el cabo Yolaundra Varhonda Crochran de Georgia, que ha estado en el ejército durante seis años, una elección de oficio que heredó de su padre.

– Esto no es tan diferente como en casa. La única diferencia es que estamos en África.

A veces hace un ruido de la hostia. Son aviones que vuelan desde el aeropuerto internacional al lado, que lo lleva una empresa de Dubai. Ya que la US Air Force tiene partes de la pista de aterrizaje puede igualmente ser un avión Hercules o avión de caza como un avión civil de Air France o de Ethipian Airlines.

A diferencia de militares de otros países en Yibuti, rara vez vagan los americanos por la ciudad a no ser en excursiones organizadas. Soldados del ejército francés y marineros suelen estar sentados en los cafés y compran en los mercados, como una parte del paisaje urbano aquí a lo que la gente se ha acostumbrado. Los norteamericanos por el contrario no tienen permitido beber alcohol fuera y no pueden tampoco moverse de cualquier manera.

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Los croissants que los franceses comen en el desayuno son suministrados por una panadería local en la ciudad, los roscones de los americanos son por el contrario transportados aquí desde Estados Unidos.

– Estados Unidos no es Francia, o Suecia, para el caso. Es simplemente que más gente en el mundo tiene problemas con nosotros, dice Frank Montellano, jefe del escuadrón en la base.

Al mismo tiempo, dice él, ha visto cosas peores. Y no sólo en Iraq, donde estuvo estacionado. Él, que pronto ha pasado media carrera de su vida en la Armada, se crió en una banda callejera de Los Ángeles.

– Yo era bastante difícil. Cuando fui a parar ante un juez tuve que elegir: o al ejército o a la cárcel.  

De puesto en la torre dice Simms que lo poco que ha visto del país ‘ahí afuera’ le ha dejado impresiones mezcladas: «Algunas cosas me dieron ganas de llorar. Otras me hicieron sonreír.» A su lado está su cabo Young, que también estuvo antes en Iraq. Él sonríe detrás de sus gafas de sol.

– Yibuti no es lo mejor, no. Pero tú, aquí por lo menos no intentan dispararle a uno!. [svd.se]

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