Los estragos del abuso sexual en el conflicto

  • Entre el 2001 y el 2009, 26.353 mujeres quedaron embarazadas producto de violaciones.

  • Según Oxfam, cada 44 minutos hubo un abuso.

colombia2Solo cuando el sol empieza a ocultarse y las calles van quedando vacías, Mariana toma de la mano a su hijito de 8 años y sale con él hasta el pequeño parque que queda en la parte alta de una de las comunas de Medellín. Es el mismo lugar donde una mañana de agosto del 2001 engendró al niño. El padre puede ser cualquiera de los once hombres que la violaron en medio del acto más salvaje y brutal.

Mariana, una joven marcada por la tristeza y las navajas de sus victimarios, hace parte de las 94.565 mujeres que fueron abusadas entre el 2001 y el 2009 como consecuencia del conflicto armado. Y peor aún, encabeza la lista de las 26.353 víctimas que quedaron embarazadas y, pese a las circunstancias, tuvieron a sus hijos. Esa es la dramática realidad que muestra la investigación de dos años de nueve organizaciones no gubernamentales, lideradas por Intermón-Oxfam y la Casa de la Mujer.

En el caso de Mariana, ella aún no encuentra las palabras justas para decirle a su pequeño por qué tiene marcada en la frente la sigla AUC. Los paramilitares del bloque Nutibara que la violaron, por considerarla amiga de las milicias urbanas de las Farc, además de agredirla sexualmente a plena luz del día y delante de varios hombres, la marcaron en los muslos y la cara.

Por eso la oculta con una pañoleta y una gorra y sale únicamente de noche.

Pese a que intentó suicidarse en dos oportunidades, su hijo le ha servido de bálsamo. Ahora, con la ayuda de su mamá, que la sostiene económicamente con lo que gana cocinando en un restaurante de El Poblado, se desvive todos los días para que su hijo sepa y sienta que no lo odia, que es lo más importante para ella y que no tiene padre: solo mamá y abuela.

Ocho años sin Irina

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En el mismo 2001, dos meses antes de que ocurriera el ataque de Mariana, en una ranchería de La Guajira la desgracia también tocó a la puerta de Blanca Nubia Díaz.

Faltaban solo 17 días para cumplirse el aniversario del asesinato de su esposo, en Maicao, a manos de paramilitares de ‘Jorge 40’, cuando su hija se fue en compañía de unas amigas a Valledupar. Se llevó algunos chinchorros para venderlos y así conseguir recursos para el homenaje que le iban a hacer a su padre.

El 26 de mayo, Irina del Carmen tomó la ruta que de Cuestecitas lleva a Riohacha, pero nunca volvió.

Ante la falta de noticias de su hija, doña Blanca se fue a indagar por la zona. En el camino una indígena le dijo que habían matado a seis muchachas. «Me fui para Cuestecitas y ahí me confirmaron la muerte de las niñas. Le mostré la foto de mi hija a la mujer que bañó los cuerpos y me dijo que sí estaba ahí. Sentí que la vida se me acababa», recuerda.

A Irina la enterraron como NN y pese a que doña Blanca hizo los trámites para reclamar el cadáver no se lo entregaron. Por el contrario, los paramilitares la amenazaron y tres meses después del asesinato de su hija tuvo que salir huyendo.

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«Empaqué unas mudas de ropa en una bolsita y me fui para Bogotá. Llegué donde unas personas que había conocido en La Guajira, pero después de unos días me dieron 50 mil pesos y me echaron. De ahí me fui para donde otros conocidos, pero mientras los encontraba tuve que dormir en la calle…». Doña Blanca hace el relato ahogada en llanto, mientras recuerda que la mano generosa de muchas personas le ha permitido sobrevivir y encontrar la verdad.

Ahora se gana la vida vendiendo artesanías wayuú. En un telar viejo hace manillas y mochilas que promociona entre otras víctimas.

Y este año, el 14 de agosto, por fin tuvo un respiro para su alma. Después de ocho años y gracias al apoyo de Intermón-Oxfam y el Movice (Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado) pudo regresar a La Guajira a buscar los restos de Irina.

«Un testigo de los hechos me contó que a mi niña la violaron varios paramilitares, le quebraron las manos y luego la mataron. Ella se resistió y por eso le hicieron tantas cosas. Todo porque los hombres de ‘Jorge 40’ se querían quedar con nuestras tierras», agrega.

Paramilitares

En un bus, 40 personas, también víctimas y de organizaciones sociales la acompañaron desde Bogotá. Doña Blanca pudo hacer el ritual indígena de dos días para sepultarla. En un chinchorro nuevo, tejido por la más anciana de la comunidad, envolvieron los restos y la lloraron todo un día, como ordena la tradición. El próximo 25 de diciembre será otro día amargo. Es la fecha del cumpleaños de Irina y pese a que ya sabe que sus restos están en el lugar de sus ancestros, falta lo más importante: que los responsables sean judicializados.

Irina y Mariana son tan solo dos rostros de las miles de víctimas. Ellas hacen parte de los registros de las mujeres anónimas que fueron usadas como arma de guerra dentro del conflicto interno colombiano y su drama es un delito invisible. Y la falta de denuncia, que según el informe es del 82 por ciento, es un silencio que alimenta la impunidad.

Zonas ‘rojas’

Regiones más afectadas

Entre el 2001 y el 2009, periodo de referencia para la investigación, los abusos sexuales contra las mujeres se presentaron con mayor intensidad en Antioquia, Caquetá , Putumayo, Córdoba y Nariño, departamentos donde aún hoy en día hay alertas. […] [Por: Jineth Bedoya Lima Subeditora de Justicia/eltiempo.com/justicia/los-estragos-del-abuso-sexual-en-el-conflicto]

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